Hacia los años 90, investigadores de la NASA generaron radicales hidroxilos y otros superóxidos con el fin de evitar que se acumulasen compuestos orgánicos en las naves durante misiones espaciales[1]. Desde entonces, el interés en la seguridad y su eficacia contra Compuestos Orgánicos Volátiles -VOCs en inglés-, bacterias y virus no ha dejado de crecer.
El dispositivo cumple, de acuerdo con la evaluación realizada por e-Testing Laboratory en 2020, las restricciones respecto el “uso de sustancias peligrosas en aparatos eléctricos y electrónicos”.
No debemos confundir el radical hidroxilo del ambiente con el del organismo. En nuestros cuerpos actúan como moléculas señalizadoras de la inflamación: son mediadores químicos producidos por algunas células inmunitarias al entrar en contacto con ciertos patógenos, como las bacterias. Estos radicales están presentes de forma natural en la troposfera en una concentración aproximada de 0.05 ppm[2], aunque variable según la estación del año, el momento del día y la posición en el globo (de 105 a 107 moléculas por cm3)[3] concentración mucho mayor que la que hay habitualmente en interiores, del orden de 105 moléculas por cm3 aunque puede aumentar hasta 106 [4].
Los radicales hidroxilos presentes en el aire no pueden penetrar en nuestro organismo, ni en animales, insectos o plantas[5], debido a la coexistencia con ellos durante la evolución. Las células del cuerpo han desarrollado muchos mecanismos enzimáticos y no enzimáticos para inactivarlos, los llamados mecanismos antioxidantes. Concretamente, la piel y las membranas mucosas se han convertido en barreras capaces de neutralizar los radicales, por lo que no afectarán a los tejidos del cuerpo.
Mientras que la producción de radicales hidroxilo (OH·) es segura, las emisiones de ozono (O3) y de peróxido de hidrógeno (H2O2) deben controlarse y cumplir los requerimientos de los organismos reguladores de salud internacionales.
La emisión máxima de ozono recomendada es de 0.05 ppm de acuerdo con la OMS (Organización Mundial de la Salud)[6], la OSHA (Occupational Safety and Health Administration)[7] y la FDA, en este último caso siendo recomendaciones específicamente para aparatos de desinfección[8]. La emisión máxima de peróxido de hidrógeno recomendado por la OSHA para una jornada de 10 horas7 es de 1 ppm.
Se concluye que cumple estas restricciones siendo 0.016 ppm la máxima emisión de ozono (reportado por el laboratorio Intertek en 2018), y 0.64 ppm[9] la emisión máxima de peróxido de hidrógeno.